Pero yo quiero hablaros de aquel pedazo de tierra firme perdido en medio de la mar; del pose inocente de aquel olivo y de cómo la casa le hizo un sitio para no tener que talarlo; de las conversaciones con Paco, en aquel hablar y aquel pensar cadaquesenses, cargados de sal y sabiduría; de aquellos viernes de infinitas curvas encadenadas sobre la moto para ir a visitar la obra; de los días de tramontana, del sol cegador o del Canigó nevado a la vuelta. _Arnau Vergés